
Creo que lo que más me cambió fue aquel abril del 2008, ese mes en el que de pronto, tuve que caminar completamente sola, donde me llevé decepciones, fracasos, traiciones, dolor... Fue un punto de inflexión. Un antes y un después. Un giro de 180 grados. Y vaya si me cambió la vida. Por aquel entonces no me gustaba la que era: estaba perdida, decepcionada, enfadada con el amor, asustada, insegura, desconfiada, triste... Me había convertido en aquello que siempre había evitado.

Es como si mi destino estuviera escrito así. Yo debía ser quién soy, a pesar de que creí que lo que fui antes era mejor. Sin darme cuenta, el tiempo me quitó la razón: Hoy soy quién quiero ser, o al menos estoy cerca de ser todo aquello que siempre quise. Aún me queda mucho camino por delante, pero ya no tengo miedo a mirar atrás y añorar la persona que fui en un momento dado del pasado: Pueden pasar meses, años, décadas... Y no importa lo que pase, la esencia, será siempre la misma... y tarde o temprano, el giro de 180 grados, me devuelve al punto de partida.
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