Es curioso cómo aún lucho conmigo misma por creer en aquellos que me han decepcionado con mentiras y falsas apariencias, por intentar agarrarme al clavo ardiendo que sé que desgarrará mi mano y quemará su piel hasta dejarla en simples huesos. No puedo permitirme algo así... Ya no retornará lo que una vez fue.
No me es posible creer en falacias, o dar oportunidad al que nunca valoró nada... Y sin embargo, a veces me sorprendo sintiendo lástima por ellos. Con tan pésima carrera, no acabarán mejor de lo que una vez empezaron... Y es que es duro encontrarse con el engaño, con la hipocresía de aquel que sigue fingiendo que nada fue mal... Es difícil enfrentarse a la verdad, incluso cuando uno mismo la lleva por bandera.
Porque la verdad es real y dolorosa, y la mentira... Una simple anestesia que tarde o temprano el cuerpo eliminará, dejándote desnudo ante lo que siempre permanece: La cruda realidad, la verdad en estado puro.
¿Qué te queda entonces? Compadecerte quizás del que una vez fingió interés ó esperar a que algún día, repare en su error y cambie las cosas... ó aún mejor: aprender de ello y valorar que tan deshonesta carga, ya no volverá a caer sobre tus hombros.
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