Cuando era una niña, solía expresar mis sentimientos siempre, a toda costa. Creía que era algo bueno, poder contarle a las personas que te importan lo que sientes por dentro. Pero a medida que fui creciendo... Me di cuenta de que expresar la alegría me gustaba... Pero la tristeza... Era algo mío, que nadie entendería. La tristeza era para mí, en soledad...
¿Por qué? Quizá porque no quería preocupar a los demás, ni tampoco que sintieran lástima por mí. Quizá porque pensaba que eso me endurecería y me haría más fuerte. Pero conforme pasan los años, además te das cuenta de algo más: Cuando estás triste, también estás asustado y te sientes débil: Es la máxima expresión de tu vulnerabilidad.
Siempre he odiado sentirme expuesta a alguien. Supongo que forma parte de mi timidez... Y hasta hoy, no he conseguido admitir que en el fondo, me da miedo mostrarme 100% vulnerable... Porque eso implica no sólo que te puedan hacer daño, sino también, quedarte sin escudos ni armaduras sólo porque tú has querido hacerlo.
Y sé que a veces es bueno quitártelos para abrirte al mundo... Pero esos a los que te aferras en los peores momentos, son los más difíciles de soltar. Yo aún, en lo que llevo de vida, no lo he conseguido... Sólo soy capaz de transmitir una pequeña parte de lo que llevo por dentro, de lo que me hace sangrar... Y eso no es soltar el escudo, es asomarte tras él...
¿... Quizás sea mejor compartir todo el dolor con otros? Puede. No lo niego. Siempre que he compartido esa pequeña parte me he sentido reconfortada. Pero lo cierto es que no sé cómo se hace. No me sale. Y cada año que pasa cuesta un poquito más...
Cuando estás triste, también estás asustado y te sientes débil: Es la máxima expresión de tu vulnerabilidad.
ResponderEliminarNo te imaginas cuánto has resumido mi vida estos últimos meses.
Besitos y cariñitos :*