martes, 14 de mayo de 2013

Like a child that never cries...

¿Recuerdas cuándo la felicidad dependía de jugar toda la tarde? ¿O de completar un álbum de cromos o ver tu serie favorita mientras merendabas con un colacao en la mesa? Sentías ese hormigueo en tu interior, esos nervios y el ansia por descubrir algo nuevo cada día. ¿Te acuerdas del sabor del frigopie? Y de la ilusión que te hacía el verano o la navidad...

Todo tenía magia, todo era nuevo, distinto, tenía un toque dulce y tierno. Sonreías por cualquier cosa y probar sabores nuevos era una auténtica aventura. Jugar a un juego nuevo se convertía en tu pasatiempo favorito durante horas, tardes enteras...

Los pequeños detalles eran lo más grande del mundo. Sonreías con más fuerza. Tenías más vida.

...

...

... Creo...

... Creo que, no sé cómo (aunque lo sospecho), he regresado a todo eso.

(Gracias)

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