... Y podría revivirlo como si fuera este mismo instante, casi como si aún siguiera allí. Y el corazón, tan lleno de cosas hermosas, tan cargado de emociones, tiembla, se estremece... El vello se eriza y revive cada milésima de segundo... Todo está lleno de esa magnífica sensación, cada poro, cada fibra... Es como si ese instante se extendiera en el tiempo y el espacio...
... No hubo música, salvo por el rumor de las olas y el sonido de las estrellas al caer... La suave brisa meciendo la hierba y tu pelo... Dulce melodía para mis oídos.
Es como reencontrarse. Como redescubrirse, pero aún mejor. Es como intentar esconderse y a la vez exponerse a través de otra piel, de otra persona. Como si nunca hubieras sabido quién eras hasta ese instante. Como reinventarte y a la vez, ser exactamente el mismo. Es como si de pronto entendieras de qué están hechas las cosas y con qué fin.
Todo cobra un equilibrio, un sentido propio, todo está en su lugar y a la vez desperdigado en un mar de sensaciones que nunca creíste que existieran. Como morir por un segundo para volver a renacer. Como si el mundo hubiera parado de girar para saborear el fugaz instante entre sus labios.
Y aún así, por mucho que intente explicarlo, sé que me dejo cosas en el tintero, que jamás podré haceros llegar todos los matices, los sabores, las caricias o sensaciones. Es algo tan íntimo, tan fugaz y eterno, tan cómplice... Tan siquiera soy capaz de transmitir un ápice de todo el conjunto.
Supongo que sólo el oscuro manto de las estrellas recordará aquella noche. Supongo que sólo ese cielo entenderá algo que, a veces, ni siquiera yo entiendo. Tan eterno y tan inmenso... Que sólo las estrellas pueden conocer algo así...
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