sábado, 21 de abril de 2012

Demasiados miedos asfixian al corazón.

No sé en qué momento pasó... Pero recuerdo el día en que me dí cuenta. Ese instante en que te sientes desnudo, frente por frente con tus miedos: Sólo piel, sangre y huesos, sin armaduras ni escudos... Ese momento en que sabes que eres vulnerable, que no hay protección alguna contra cualquier daño...

... Y sin embargo, la liberación fue tal, que el miedo dejó paso a otras emociones... Esa sensación de calidez y libertad, de rotura de cadenas... Ver como los pies dejan de tocar el suelo y se acercan más a lo que el corazón acalló por tanto tiempo... Te das cuenta de cuánto deseabas hacer eso, dejar fluír libre tus sentimientos y emprender el vuelo para volver a soñar con un amor que no tiene fronteras...

... Y comprendes que el miedo te pone demasiados muros y escudos... Tantos, que a parte de protegerte, también te quitan una visión global de las cosas, una visión donde el paisaje tiene muchos colores distintos y, aunque a veces llueva en ellos, también luce el sol de manera desmedida...


... El amor libre es así, 100% entrega, valor y sueños... Y cuando te rompen el corazón, olvidas todo lo bueno que hubo una vez en esa libertad.... Pones cadenas y grilletes al corazón, a las emociones... Y encierras bajo llave todo aquello que una vez te hizo pensar que el amor podía ser eterno... ... Sólo que el corazón es más listo y cuando menos los esperes, latirá tan fuerte, que te despojará de todo miedo...

... Y al fin comprenderás, que el amor eterno sólo existe para aquellos valientes que se enfrentan a la batalla sin armaduras ni escudos... Sólo ellos mismos con sus huesos, su sangre y su corazón...

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