Ayer hicieron 1461 días desde que te conocí. Y casi parece que fue hace apenas unas horas cuando estuvimos en la jarra riéndonos y jugando al billar con el niño de la guitarra... Pero no, hay 1461 días de por medio. Y aún recuerdo esas sensaciones de la primera vez. Fue raro, pues en esos momentos no sabía quién eras ni lo que ibas a significar para mí. Todo era nuevo, distinto, desconocido... Y algo aterrador.
Un corazón roto es difícil de curar y el mío tenía muchas cicatrices. Pero a ti no te importó. No sé si fue tu vocación o tu afán de superación, pero poquito a poco lo fuiste curando y él solito quitó las cadenas y los muros y te dejó entrar... Y te colaste ahí, sin permiso.
Me parece divertido pensarlo, pues ninguno de los dos al principio se esperaba este final. Y ahora me parece el más dulce de todos. Debería darte las gracias, como cada año, por permanecer a mi lado, por no desistir y excavar hasta lo más profundo para sacar a la auténtica niña que se escondía detrás de tantos miedos, muros y escudos. Por permanecer siempre ahí, lloviera, nevara ó tronase, por saber sacar lo mejor de mí. Y sin duda, voy a agradecértelo una vez más: Gracias, gracias con todo mi corazón. No sé dónde nos llevará esto, ni cuan lejos llegaremos... Pero por lo pronto, seguiremos soñando con nuestros trajes de edad media, nuestro castillo y mi primo disfrazado entrando en bicicleta con una lanza...
Os quiero, niños míos :D
ResponderEliminar