Y después de la tormenta, después de la lluvia, todo quedó en calma.Había conseguido resguardarme lo suficiente como para que no calasen mis huesos, pero parte de mi ropa había permanecido mojada. Tenía el pelo húmedo, pegado a la cara y los dedos arrugados por el contacto continuo con la tierra mojada. Había permanecido días con la cabeza apoyada en mis rodillas, protegiéndome como podía con mis brazos e intentando pensar en que tarde o temprano, la lluvia amainaría. Mi inquebrantable fe por que las cosas mejorarían me habían mantenido cuerda y firme. Y aunque alguna vez había llorado de impotencia, los míos me habían recordado, a través de suaves palabras, que aquello no era eterno y que la tormenta me abandonaría tan pronto como pasara el tiempo.
Y por fin, dejó de llover. Había sobrevivido.
Muchos habrían temido salir de su escondite por miedo a que la lluvia volviera, pero yo lo abandoné tan pronto como cayó la última gota. Había esperado ese día durante muchísimo tiempo. Días que se convirtieron en semanas. Semanas que se convirtieron en meses. Y de pronto, ese momento tan deseado estaba frente a mí. No quise hacerlo esperar... Y me descubrí.
Todo estaba en silencio. En calma. Todo parecía en su lugar, aunque algunas cosas estuvieran aún algo dañadas por la casi eterna precipitación, incluso parecían tener fácil arreglo. Entonces miré a mi alrededor. La suave brisa mecía las hojas de los árboles. El césped desprendía un suave olor... Y de pronto, frente a mí, un suave rayo de luz descendía desde el encapotado cielo hasta dar a parar en el mar.
Miré más allá. Y lloré.
Un arcoiris se dibujaba tenue, pero firme junto al débil rayo de luz. Entre lágrimas, sólo acerté a susurrar:
"Había esperado todo este tiempo para volver a verte... Y ha merecido la pena que la tormenta golpeara mi cuerpo. He sufrido pero he aprendido. He aprendido a buscar la paciencia, a esperarte. He tenido fe, he conseguido perseverancia y empatía. Y por fin, la espera ha terminado..."
El arcoiris seguía brillando con cierta fragilidad, como si fuera a desvanecerse de un momento a otro. Pero no lo hizo. Siguió dibujando el cielo, a mi lado.Entonces me senté.
"No me importa esperar un poco más..."
... Y de pronto, me pareció que comenzaba a brillar con algo más de fuerza...

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