Sé que no te recibí con los brazos abiertos, pero apareciste en un mal momento. Empezaste haciendo honor a tus dígitos finales y fue una entrada de año fea, dura, difícil y triste. Sin duda, una entrada de año con muy mala pata. Y sé que te merecías unas palabras de aliento, como todos y cada uno de los años que me han acompañado en mi vida bloggera, pero no podía dártela, no entonces.
Anduve perdida mucho tiempo, pero eso ya lo sabes. Lo has visto día tras día. Era difícil ver como la nueva cuenta empezaba tan gris y oscura. Todo era sinuoso, en la penumbra, con dudas y miedos, ansiedad y pesadillas. Momentos de tristeza, momentos de soledad... Momentos para reencontrarme y volver a empezar.
Pero hoy, hoy te mereces esa actualización. Porque no todo lo que empieza siendo difícil, acaba mal. Porque me has regalado muchas cosas, devuelto otras muchas, me has abierto los ojos y el corazón. Me has devuelto sueños y ampliado mi visión de la vida. Me has hecho sufrir pero sólo para que luego valorase mejor todo lo que tengo. Me has dado alas y una nueva perspectiva de la vida, los sentimientos y las personas. Me has enseñado a no juzgar las apariencias, a tener paciencia, a volver a mi inocencia... Tantas cosas que ya no recordaba me has guardado en los bolsillos y la sorpresa ha sido tal, que mis ojos se llenan de lágrimas de alegría, pues me lo has hecho complicado para que aprendiera todo esto. Me has dado las malas noticias primero, para luego colmarme de cosas buenas. Nunca pensé que llegaría hasta aquí y mucho menos, contigo, 2013.
Has traído de nuevo a mi lado a una de las personas que más ha significado y significa en la vida y me has devuelto mi sonrisa, esa que me había dejado atrás en algún momento del 2012.
Esta es mi entrada de año. La que llega con unos meses de retraso, la que se suponía, debía escribir un 31 de diciembre.
Bienvenido 2013. Un año que nunca pensé, me trajera tantísima felicidad. Un año que de pronto, tiene un número especial, exquisito y sublime. Un año lleno de cosas buenas, de ilusión y de lazos que espero estén unidos a mi meñique por tanto tiempo como me permitan los años disfrutar de la vida.
Gracias 2013. Jamás volveré a juzgar el libro por la tapa, por el comienzo o por las apariencias, como he hecho contigo. La lección ha sido tal, que ahora siento tanta felicidad y paz interior que no puedo parar de sonreír.
Que siga así por mucho tiempo.
Que me acompañes el resto de mi vida.
Un millón de gracias.

Ya sabes... Siempre es más oscura la noche justo antes del alba.
ResponderEliminar2013, en mi caso, se libra... Pero sólo a medias. Las cosas malas han sido muy malas, y para compensar deberían pasar cosas buenas de aquí a Reyes, pero por ahora, nos conformaremos.
Brindo porque nos lo merecemos, flaca.
Un besazo bien grande.