
Luego veo a los que me rodean, tan llenos de niebla, que siempre se olvidan que ellos también pueden estar hechos de ilusiones y sueños, de sonrisas y pensamientos positivos... Así que me dedico a guiarles hacia un nuevo horizonte. No siempre se dejan y a veces se resisten demasiado. Entonces les suelto la mano y les hago recordar que puedo volver si lo piden.
... Y al final, más tarde o más temprano, vuelven a mi lado. No me llaman. Pues llega un instante en que entienden que, como yo, ellos también tienen ese fondo, esa materia especial. Sólo hace falta tener más sueños... Y creer hasta el final.
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